La crianza y la educación tiene una gran importancia en la sociedad japonesa. El código de conducta que inculcan en los niños se basa:

"Respeto a la familia, fomentar la capacidad de esfuerzo y sacrificio, una voluntad férrica, priorizar la mentalidad colectiva sobre la individual y lealtad ciega por la empresa (el trabajo)..."






Los niños japoneses suelen gozar de un grado de libertad mayor que sus homólogos occidentales. No se aprueban las zurras, pero los niños traviesos son intimidados con maternal abandono o ridiculizado por los demás.










Pero fuera de casa les empiezan a "meterles caña".
Durante 6 años de escuela primaria y 3 de secundaria, las presiones para acatar las reglas y el compromiso grupal tiende a aplastar las aspiraciones individuales. La enormidad de las tareas escolares de la enseñanza secundaria, justo antes de los exámenes de selectividad, para entrar en las universidades es famoso en todo el país; el periódo llamado jiken jigoku ("infiernos de exámenes") hace que muchos jóvenes duerman sólo unas 5 horas.

Con el
doble de deberes escolares que en Europa, los estudiantes se matriculan en las juku (escuelas preparatorias), a las que asisten hasta 3 horas tras el colegio.






Son muchos los que sienten una admiración reverencial por el sistema educativo japonés, creyendo equivocadamente que en él radica el éxito de la economía.

Los exámenes, que adoptan la forma de cuestionarios, fomentan el aprendizaje memorizado.
Fracasar en el empeño de ser admitido en la universidad deseada causa grandes angustias tanto en padres como en alumnos; quienes redoblan sus esfuerzos para triunfar estudiando a tiempo completo en las escuelas preparatorias fuera del sistema educativo estatal son conocidos como ronin ("samuráis sin amo").









La universidad- 4 años "tranquilos", de relativa libertad antes de lanzarse a la monotonía empresarial- es ampliamente considerada una sinecura.
Las empresas forman a sus nuevos empleados y a menudo contratan a los graduados de las universidades más prestigiosos, sin atender a sus méritos. No obstante, como aumenta la competencia en el mercado de trabajo, la necesidad de especialización ejerce cierta presión sobre la formación universitaria.

Aunque en los últimos años,
debido al descenso de natalidad que esta sufriendo el país, muchas universidades se "están peleando" por conseguir alumnos para sus facultades. Disminuyendo el nivel de exigencia educativa, y brindando una gran cantidad de ofertas variadas para atraer a este público.




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