El viejo sistema familiar ie, dominado por varones y basado en la tardición, fue prohibido por la constitución en 1946, un factor que contribuyó a la emigración urbana impulsada por las oportunidades laborales. Tradicionalmente, tres generaciones vivían bajo el mismo techo, una extendida costumbre que ahora sólo se da en las zonas rurales; más de las tres cuartas partes de la población vive en las ciudades, donde la norma es la familia nuclear. No obstante, el descenso de la tasa de natalidad pone de manifiesto el creciente problema de una sociedad envejecida. Para cuidar a los ancianos, las familias vuelven a ser numerosas, pero las diversas generaciones viven en apratamentos separados en el mismo edificio.
El hogar de la familia media urbana con un hijo consta de dos dormitorios y una estancia que es sala de estar, comedor y cocina a la vez. A causa de la falta de espacio, la mayoría de los japoneses -sobre todo los hombres- pasan sus momentos de ocio fuera de casa.
El dominio masculino parece sobrevivir en los hogares modernos, donde el hombre mayor es que se baña primero y la mujer más joven la última.
Cuando se atiende a los invitados, la esposa suele servirles la comida primero a ellos y a su esposo, comiendo ella más tarde.
Por otra parte, el hogar de una mujer japonesa es su castillo. Maneja la economía doméstica y toma decisiones respecto a los hijos y su educación.
El marido le entrega el suelo, y ella le da dinero para sus gastos personales, el kotozuke.
Quienes viven según el sistema ie suelen hacerlo en grandes familias, lo cual resulta muy conveniente para los negocios familiares. Una mujer solía convertirse en propiedad de la familia de su esposo al casarse, y normalmente cortaba todos los lazos con la suya. No obstante, desde la época feudal, si la familia de la esposa no cuenta con un heredero varón, el marido puede entrar a formar parte de la familia de la esposa, adoptando su nombre. Incluso en la actualidad hay hombres que son "adoptados" por familias en busca de un heredero varón.
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